domingo, 26 de junio de 2016

España y Europa en la encrucijada: 2016

Desde pasada la Navidad de 2015, tras las elecciones generales del 20 de Diciembre, entré en una especie de letargo producto del calentamiento de algunas neuronas soñando que iba transportado desde 0 (es decir la Tierra) al infinito (es decir el Universo). Me sentía como trasladado en un carro de fuego al modo bíblico del profeta hebreo Elías o como terrícola al estilo del astronauta ruso, Yuri Gagarin, pensando que tal vez habría huellas de un Dios que el soviético dijo no vislumbrar ni constatar.

Yo creía ver el asteroide donde el Principito según narra Saint-Exupéry, que con infantilidad y espíritu transcendente superaba nuestra melancolía. No me es posible saber cuánto tiempo había transcurrido, de forma que me dio tiempo a situar las páginas de treinta años de mi vida, en el siglo XX, para ser publicadas en próximo libro. Espacio y tiempo, términos puestos en cuestión, combaten con las llamadas ondas gravitacionales, que nos lleva al tema de nuestra anterior entrada de blog.

Cual Alonso Quijano recupero la realidad y al mismo tiempo pensaba como Calderón de la Barca que la vida es un sueño. Por eso llego justo a tiempo para saber que tras aquellas elecciones del 20 de Diciembre de 2015, en España no fue posible un gobierno democrático salido de las urnas. Cuatro meses de gobierno en funciones del Partido Popular, de Rajoy, llevaba la responsabilidad de Estado mientras los problemas nacionales seguían girando con el Globo mismo. Y en este planeta azul seguían sucediendo acontecimientos producidos por la Naturaleza y por la misma Humanidad, en presencia del Bien y del Mal, y como Humanos víctimas o verdugos.

¡Cuántos sucesos positivos y negativos pueden darnos las hemerotecas y nuestra propia memoria personal y colectiva! Por ejemplo, cosas que producen dolor y preocupación, por todos los rincones del planeta, y que nos hieren más cerca en nuestra propia proximidad geográfica. ¡Y cuántas otras de bellas emociones y de magnífica solidaridad igualmente esparcidas por el Globo!

Después de la II Guerra Mundial, el mundo y en concreto la Europa flagelada vio el sueño de una Europa de ciudadanos y de patrias en unidad de destino común. En nuestros días, del próximo Oriente vienen llamaradas del desierto; Europa se conmueve y algunos países tienen la tentación de aislarse de ese destino. Por ejemplo, el Reino Unido acaba de votar su salida de la Comunidad Europea (BREXIT), lo que muestra decenas de años después de la muerte de De Gaulle que la petición del genial estadista francés tenía fundamento cuando se oponía a la entrada de Gran Bretaña como miembro de la Unión Europea. ¿Reino Unido vs. Reino Desunido? ¿Y el resto de Europa qué?


Mientras tanto en España, tras ese interin de gobierno en funciones del PP, volvemos a las elecciones de hoy, 26 de junio de 2016, y heme aquí integrado en mesa electoral con representantes de los partidos constitucionales: Partido Popular (PP) y PSOE, como dos columnas en medio de las cuales están los llamados emergentes Ciudadanos (Cs) y Podemos con el joven Emilio, que en atractiva posición “respalda” esta imagen optimista. Una imagen básica de humanidad, de cordura y de humor, que multiplicada por enésima potencia serviría de inspiración a los constructores reales del futuro de España.


viernes, 19 de febrero de 2016

“Nueva era en la comprensión del Cosmos”: la detección de las ondas gravitacionales

El notición en estos días - febrero 2016 -  nos eleva  de nuestra infinita pequeñez de terrícolas  al mensaje  inabarcable y estremecedor del Cosmos -  suprema realidad -   ante el cual nuestros humanos problemas personales, sociales, nacionales y  universales son como intranscendentes hormigueos en el Universo.

Nuestra ciencia y conciencia humana se enriquecen al admitir, con humildad, la cósmica verdad. De ahí que el gran Blas Pascal, hace cuatro siglos, en el clásico siglo francés,  se preguntaba y respondía “¿Qué somos ante el infinito? NADA”. “¿Qué somos ante la naturaleza? TODO”. RIEN et TOUT: “Nada con respecto al infinito, Todo con respecto a la Nada, un medio entre la Nada y Todo”. Es el ser humano una caña, frágil, inconsistente,  pero una “caña pensante”, con posibilidad de inteligencia y trascendencia.

 Por su lógica matemática e imaginación poética Pascal anticipa los descubrimientos más admirables de la ciencia moderna. Todos hemos conocido en nuestros estudios medios y universitarios, por profesores de distintas disciplinas,   esta genialidad humana del científico y pensador cristiano jansenista,  como hemos conocido  en vida también a Alberto Einstein en el  siglo XX (+1955), y  conocidas  aportaciones  de otros  gloriosos científicos de siglos anteriores  y algunos de nuestro tiempo actual, como Stephen Hawking, de impresionante actualidad por su vida y pensamiento.

Esta  filosófica introducción nos viene inspirada por la  gran noticia que recoge  esta “entrada bloguera”: las ondas gravitacionales abrirán una ventana nueva al universo. Además de ver se podrá escuchar los astros a través de esas ondas gravitacionales.

Después de cien años -  de la Teoría de la Relatividad (E=mc2)- Einstein acierta cuando nos hablaba de ondas gravitacionales y la ciencia confirma hoy esas ondas  que él predijo. En 1916 reconoció que los cuerpos más violentos del cosmos liberan parte de su masa en forma de energía a través de ellas pero que no podíamos detectarlas debido  a que se originan demasiado lejos y serían imperceptibles al llegar a la Tierra.



Y éste es el notición:

Investigadores actuales en EE.UU con detectores de MIT, LIGO, han estado buscando ondas gravitacionales desde el año 2002. Se han captado algunas producidas por el choque de los agujeros negros, la primera detección que confirma la teoría de Einstein. Esto significa un descubrimiento histórico que abre una nueva era en la comprensión del Cosmos. Parece ser que la primera señal se captó el 14 de septiembre de 2015.


La fuente de ondas gravitaciones es la fusión de dos agujeros negros, “supernovas”, uno de los eventos más violentos que ha existido después del Big Bang, del que habló el  científico y clérigo Georges Lemaître, defensor de dicha teoría. Esas ondas gravitacionales son deformaciones del espacio – tiempo producidos por fenómenos muy violentos. Estamos en busca del sonido del Universo: “la más hermosa explicación de la Creación”.



domingo, 7 de febrero de 2016

E. Artur Mas, aprendiz de brujo, político nacionalista fracasado (continuación).

En esos dos últimos años (2014-2015) Artur Mas, llamado presidente “tóxico”, ha liderado  el combate ideológico como un   converso y político oportunista  contra España, con el espíritu  de un  Rafael Casanova (1660-1743), “el héroe” contra Felipe V, primer Borbón de la dinastía  originaria de Francia. Al Honorable  Mas, también de discutido honor, le  toca ahora hacer frente al descendiente de la rama borbónica,  Felipe VI que bien pudiera llamarse “el Justiciero”. El presidente Más, aureolado de simpatías  monjiles, canonjiles, y ediles,   se hace  “imprescindible” a  antiguos adversarios de izquierda y extrema- ízquierda: “hay que salvar el Procés”, “Ahora o nunca”: Cataluña independiente  “über alles “, “todos a una como en Fuenteovejuna” y   se convierte en adalid  de la independencia con antiguos adversarios ideológicos y políticos en  “Juntos por el Sí”, y demás mescolanza de plomizo apoyo: conservadores - antiguos constitucionalistas -; republicanos de izquierda  del traicionado  Tarradellas;  “el simpático” CUP de todas las ensoñaciones, incluida  la Comuna de París del siglo XIX;  socialistas catalanes,  desgajados  de UGT y del PSOE nacional,  contagiado con el virus nacionalista; ateos, agnósticos y creyentes;  europeístas y anti- europeístas; toda una amalgama que es una argamasa de futurible construcción política, caso de la realización del soñado “PROCÉS”, que han hecho de la política catalana  un sainete que pudiera ser cómico en primer acto y trágico en segundo, si no se abandona la sinrazón, esos  trenes en dirección opuesta  que no llevarían  precisamente a la plaza de la Concordia de París, sino a su anterior campo de Marte.

Apartado  Jordi Pujol, aun cuando vigilante,  de la marcha de la Generalitat  nos hubiera gustado saber qué sentimiento le embargaba al astuto ex -Honorable  ante  ese  despertar de febril nacionalismo de masas ciudadanas catalanas,  con anuales Diadas septembrinas o sin ellas, que son estimuladas por partidos independentistas,  por responsables de los municipios, por el Parlamento catalán, por la acción de grupos organizados, heterogéneos, con figuras individuales con aparente destello de grandeza, con novedosos  activistas algunos generosamente -especie de “sans- culottes” pre-revolucionarios – caja colectiva  de grillos, ruidosa y confusa, con la consigna de realizar “el proceso”, “ahora o nunca”, apartados de  la “España que nos roba”, todo  ello bajo la batuta del  presidente Mas,  a imitación del  flautista de Hamelin.

No se ven estadistas, hoy por hoy ni en  lontananza,  en ese batiburrillo catalanista excluyente. Un político catalanista  sí pudo haberlo sido: Durán i Lleida, democristiano, que no pudo ser otro Cambó de la Cataluña posible. Después de treinta años coaligado con CIU, Durán i Lleida, su socio,  no pudo seguir por la senda peligrosa del convergente y no quiso pasar ningún Rubicón, al estilo de Albert Rivera, el David  catalán. Hoy líder también nacional. Pudo el presidente de UDC derrotada, Duran i Lleida, haber sido ministro de España pero enfundado en CIU y sin  clara decisión personal las urnas le abandonaron ese día  de elecciones generales y legislativas del 23 de Diciembre de 2015.

Los nacionalistas catalanes  y otros especímenes políticos  creen obsoleta la Constitución española: la única consensuada y refrendada masivamente de todas las Constituciones de nuestra Historia. Pero  se equivocan,  porque sin ella o fuera de ella no hay  más  que  confusión y  caos,  salvo que un pacto -  al estilo de 1977 posfranquista -  la pongan  a punto para que pueda  inspirar LA POLITICA nacional  en muchos lustros,  aceptable para las generaciones actuales y venideras.

La Constitución de 1978   tiene prevista, entre otras misiones,  la defensa de la Unidad de España y de la Soberanía del Pueblo Español, principios irrenunciables.  Los   separatistas ofuscados arguyen  que  el Estado, Reino de España,  “no se atreverá a utilizar llegado el caso  el famoso artículo 155, de suspensión de ejercicio de la autoridad  de la Generalitat, ni mucho menos con la opción ejecutiva de la fuerza, porque  ello acarrearía al Estado central y a España entera el ser tachados de anti-demócratas, con   peligro de recibir  la animadversión del mundo civilizado.  De ahí que vean al jefe de Gobierno español  Mariano  Rajoy apelar a la Ley  “sólo a la Ley, pero toda la Ley”- cosa que lo interpretan a su gusto; pero no ignoran que España y sus Instituciones defenderán la Constitución  y les recuerda que tiene el apoyo de la Unión Europea, de los organismos internacionales (UE, ONU, Fondo Monetario Internacional…)  de los medios sociales del Estado  español y de la Economía  occidental.  

Los independentistas, obviamente,  no han tirado demasiado de la cuerda y  no han efectuado ningún “desbordamiento callejero o popular” - que algunos querían - y que habría obligado al Estado a defender el orden y actuar según la Constitución y las  leyes. Han amagado durante cuatro años 2011 al 2015, día a día, mes por mes, año por año, catalanistas independentistas  y Oposición constitucional , acosando  al Gobierno del Partido Popular  ( abrigado  con torpeza en su mayoría absoluta), acorralado por la crisis económica y financiera, la prima de riesgos” “los recortes” , la amenaza de “rescates”, “las huelgas”, la “tremenda corrupción de la que todavía sólo se veían los flecos en el Partido de Gobierno  y en el de la Oposición, los cinco millones de parados,  crisis de sociedad, crisis moral, peligro exterior, ineficacia y desprestigio  de los partidos políticos españoles,  con   enfrentamiento de los dos partidos constitucionales - soportes del Reino, -  (debilitado  en  su propio seno), una Justicia en precario, unas instituciones u  organismos de gestión y fiscalización poco  eficaces, un estado unitario  demolido  en busca de definición  definitiva, etc, y mientras tanto, el peligro terrorista en el interior y en el exterior muestran su amenaza.

Los medios de opinión y la ciudadanía más ilustrada se preguntan  dónde está el famoso seny catalán, y dónde está la respuesta de la otra cara de la superficie de Cataluña, el resto de la población  catalana, y de la iniciativa del Estado que parecen ausentes  esperando  se calme la marea por sí sola.

Sólo cuando las cosas han ido muy lejos,  el  Ejecutivo  piensa  en la necesidad de  alentar a la mayoría silenciosa catalana con declaraciones solemnes venidas de todas partes, visitas reales, ministeriales, empresariales,  internacionales, etc, pero el peso de la representación ciudadana  de  sentido  unionista  o constitucionalista  ha  recaído en  los dos partidos   atribulados  de carácter nacional: Partido  Popular de Cataluña que mantiene el tipo,  y Partido socialista catalán de Miquel Iceta (PSC-PSOE) “recuperado “ del contagio separatista  de “derecho a decidir” y de la alegría de la huerta unívocamente catalanista.

Sólo un partido  minúsculo, hace meses,   titulado  con el digno término “CIUDADANOS” ha irrumpido humildemente  hace pocos años  en Cataluña  para  defender la unión con  España y y un programa de centro reformista,  que trasladó  después a todo el territorio  del Estado español.  Habiendo nacido en 2008 solamente  en Cataluña,   pasó   de  dos diputados  en el Parlamento  catalán a nueve y  se convierte en  la primera fuerza unionista o constitucionalista   de oposición a la fuerza hegemónica de la Generalitat,  que sigue la deriva  independentista.  Ha  llegado a construir un modesto partido nacional  con perspectiva de futuro.


También otro grupo emergente  de juvenil prestancia “ PODEMOS,” también “emergente”,  definido en su día de “antisistema”,  de matriz izquierdista o de extrema izquierda,  ha actuado de revulsivo en masas ciudadanas  “enragées ”,  pero  su crecimiento  dependerá   de la posibilidad de desprenderse  de tópicos y utopías superadas que generaron   guerra y sangre en el pasado. Las elecciones  generales del 20   de Diciembre anuncian una nueva época  histórica  de España iniciado el reinado de Felipe VI, en lo que mucho está por decidir no sólo  en el destino de España  también en el de Europa.  Sigue vigente la entelequia  de  antaño del proto- franquismo:  “España como problema” y “España sin problema”, (vid.   Lain Entralgo  y   Calvo Serer,). Veremos a ver si las  elecciones del  23 de Diciembre de 2015 nos resuelven  esta renovada dicotomía.

viernes, 29 de enero de 2016

D. El nacionalismo tóxico impide el “acomodo” y la supervivencia de Jordi Pujol como Estadista (continuación).

En distintas  “entradas” de este  blog el tema de la relación “ Cataluña oficial – España oficial”    está varias veces aludido porque  es preocupación compartida  por la ciudadanía, convencida de ser la llave de nuestra convivencia ahora y en el futuro. A estas alturas  sabemos que  los catalanes  separatistas,  al internacionalizar  el conflicto doméstico,   piensan en  Kosovo, o en  Timor, o Escocia, o en el Quebec canadiense, o en  ciertas regiones o territorios de la Unión Europea, en donde hace mella  el nacionalismo. 

En esas  “entradas”, a las que aludo, hablo  del paso  del catalanismo  moderado que se  reconoce en el político  de la Lliga regionalista, Francesc Cambó,  en el primer tercio del  siglo XX, o del conservadurismo  pujolista,  de CIU, en  el posfranquismo  de los años 70, de moderado catalanismo pactista. El político exiliado, histórico Josep Tarradellas,  de Izquierda Republicana (ERC), mantuvo  una pauta reconciliadora y pactista con el Rey Juan Carlos I y su jefe del Gobierno Adolfo Suárez, de forma que Cataluña recuperaría  la Generalitat siendo reconocido  Tarradellas como su presidente Honorable,   ante  la expectación y algún recelo de otras fuerzas catalanas

A la muerte del líder republicano y  hombre de Estado,  su partido ERC tomó otros   derroteros encarnados en sucesivas figuras como Heriberto  Herrera, Carod Rovira y actualmente Oriol Junqueras. El Estado central y  la Generalitat presidida por Jordi Pujol se entienden y cooperan,  pese a encuentros y desencuentros  propios de la política cotidiana. Pero  transcurrido el tiempo y el desgaste de esa entente inicial , y  con el Gobierno   PSOE de José Luis  Rodríguez  Zapatero   en Madrid, y Pascual Maragall ( PSC- PSOE) en la Generalitat,   se hace cuerpo el tripartito de izquierda PSC - Psoe , con ERC y el antiguo  partido unificado  y otra izquierda  desalojando  a CIU del poder. El Partido Popular de Cataluña ejercerá una oposición  contundente  ante la deriva  de una Generalitat  socialista -republicana, con un CIU cada vez más alejado del gobierno de Madrid y en un clima de inquietud que provoca el  terrorismo  interior y exterior de la primera década del nuevo milenio.

El  CIU de Artur Mas decepcionado y enfrentado  al Gobierno de Rajoy por un demandado pacto fiscal, le lleva a unirse al ERC de Oriol Junqueras y juntos,  izquierdistas republicanos y conservadores de centro- derecha,  se alían oficialmente contra la política del Partido Popular de mayoría absoluta , sumando a otros y otras figuras  de  grupos minoritarios  que recuerdan  el hiriente  separatismo  de los años 30  de la II República del Pacto de San Sebastián . El lema reivindicativo  y justificativo es el principio, voluntarista  y particularista, extendido  en esta época de  “El derecho a decidir”, como base jurídica  elemental.  Es un gesto reivindicativo  de todo o nada.  La Generalitat se siente potente y “legitimada” para desafiar al Estado central  en guerra polémica y de movilización  ciudadana, pero  con  guante de seda,  sin alardes  demagógicos y con la respetabilidad  de  demócratas  liberales, europeístas, etc.,  convencidos  de la táctica pacífica a seguir. Otra mitad  de la población catalana asiste como posible   “mayoría silenciosa” a este descalabro  de convivencia política en Cataluña, sin haber dicho todavía su última palabra. Ese pretendido derecho nacionalista es  justo y razonable si es  para  defender  el  universal principio  de autodeterminación en defensa  de pueblos  oprimidos. Pero ese no es el caso de España ni de países democráticos europeos. 

Los nacionalismos particularistas se basan  en su propio  sentimiento local,  en  su  voluntad  e interés egoístamente insolidario, ajenos a la justicia y al sentimiento  que merecen las otras fratrias del  territorio  local y de todo el conjunto nacional. De ahí que volvamos nuestra mirada, finalmente,  a los hechos que hemos vivido en los últimos años  de la primera quincena del siglo XXI, en medio de una crisis global que afecta a España, a Europa y al mundo.

Pero recordemos, antes de proseguir, que durante 20 años Jordi Pujol forjado como líder del “nacionalismo moderado” fue el  verdadero Cap de Cataluña,   más allá de ser el Presidente  de la Generalitat. En esa época, por ejemplo y como anécdota digna de retener, vimos surgir la posibilidad   de un  proyecto novedoso  hispano-catalán  presentado por   el abogado  Miquel Roca Junyent, de CIU, nieto de un carlista, y hábil parlamentario en las Cortes españolas , otro “padre de la Constitución de 1978”, como posible  rector de la política española. Miquel Roca era la cabeza de un reciente partido  Reformista Democrático patrocinado por  el conocido abogado Antonio Garrigues Walker, entre otras prestigiosas personalidades hispano-catalanas.  Roca era el  aspirante a la jefatura del Gobierno de España para  las elecciones generales del momento. Pasó a la historia, con fracaso sonado, con el eslogan  “Operación Roca” (1984-1986).

Antonio Garrigues Walker , era miembro de la conocida familia política española de los Garrigues, amigos del Presidente  Kennedy. Su padre fue Ministro de Justicia en el inicial reinado de Juan Carlos I de Borbón. Ese proyecto aportaba un substancioso   presupuesto  electoral. El pueblo  español no comprendió dicha operación -marketing diseñada sin convicción o   mal explicada, pues Roca  siendo miembro de CIU no quiso o no pudo mojarse del todo, sin dejar  previamente su total conexión con el  mundo  pujolista. La cuestión es que el electorado mantuvo  su confianza en Suárez y partidos nacionales  de la Transición,  sufriendo la Coalición  una debacle electoral pese a sus abundantes medios   financieros.

¿Qué hubiera sido de esa experiencia y de España de  haber  prosperado ese proyecto político?  No pocos de la élite del país la veían como una singular ocasión histórica de poder incorporar y comprometer a Cataluña en el destino de España.  Pero se planteó mal a los ojos de la ciudadanía española  produciendo  evidente  desconfianza . A toro pasado la pregunta es, ¿Ese proyecto era lealmente asumido por Jordi Pujol? ¿Qué piensan los historiadores al respecto?

Es verdad que  Jordi Pujol, durante veinte años de gobierno en la Generalitat,  testigo también  del 23 –F de del golpe de Tejero, apoyó al gobierno del PSOE o del  PP, alternativamente,  por razones de estabilidad del Gobierno central, sin mayoría absoluta, si bien logró obtener del Estado contraprestaciones urgidas,  que ampliaban sus competencias. Sin embargo, el Gobierno central no logró comprometer a Cataluña como Comunidad en el gobierno de España, si bien  hubo propuesta de Madrid tanto por  el PSOE de Felipe González, UCD y Partido Popular de Aznar. Esta es otra nota importante en la táctica o sentimiento  del estratega Pujol:  (“hoy transferencia,  mañana independencia”,  “hoy amnistía,  mañana soberanía”. No más implicaciones).

Cierto también que Jordi  Pujol, a principios del siglo XXI, sólidamente instalada la Generalitat con su poderío de facto,  actuó como un jabalí  acosado cuando  el nuevo Presidente de la Generalitat, el socialista Maragall, en el primer tripartito,  le recuerda el 3% de  “mordida”,  de adjudicaciones  de contratos de empresas. Era una acusación en toda regla cuyas palabras tuvo que tragarse por el revuelo institucional  que se formó. El tiempo corroboraría que la acusación estaba fundamentada. Pero esa lanzada inesperada  era  a sus ojos y ante los suyos,  un ataque a Cataluña. Los  estudiantes  de Historia  recordarían aquella expresión del absolutista francés, Luis XIV,  “El Estado soy yo“. 

Cuando llegado el nuevo milenio, en estos últimos años 2014-2015, está por medio el pulso  soberanista contra el Estado y  contra la misma España, Jordi  Pujol  ve cómo se investiga a uno de sus hijos  por  fraude a Hacienda, y se pone en guardia :  toma la iniciativa de declarar públicamente  haber heredado de su padre una cierta cantidad  de dinero y que “dormitaba”  en  Andorra sin haberlo declarado a Hacienda. El periodismo de investigación  y los órganos de  Hacienda tienen  cada día más información y el Molto Honorable, con  prestigio en entredicho,  tiene que declarar ante el Parlamento catalán y los Tribunales de Justicia. Sigue habiendo en   curso un largo  proceso judicial hasta la fecha.  Pese a estar el  prestigio del ex -  Honorable por los suelos  el seny que  adjudicamos a nuestros compatriotas catalanes – vellis nolli  -   no parece  ruborizarse demasiado: Tras el grito calumnioso de “España nos roba” se quedan mudos  ante la joroba inmoral del eximio catalanista. 


Por otra parte,  Jordi Pujol y familia podrán  ver poco tiempo después que  su sucesor “ahijado”,  Artur Mas,  Presidente de la Generalitat,  “se tira al monte” alineándose  con sus anteriores  adversarios políticos  republicanos, etc.,  para intentar pilotar  la presión contra el  gobierno central  y llegar incluso a la independencia  de España, hasta  formular en grito solemne en propio Parlamento la posible República catalana. ¿Esa sería  la  oculta ilusión de aquel Jordi Pujol, joven y rebelde bendecido  cuando  se presentaba como patriota catalán a la muerte  de Franco?

martes, 19 de enero de 2016

C. El nacionalismo socava el "acomodo" de Cataluña con España (continuación).

Ortega y Gasset, en el Parlamento de la II República pedía a catalanes y españoles, en general, que  debían  convivir  en paz y consenso, es decir, “conllevarse”. Sus consejos no fueron atendidos para desgracia de unos y otros.

Hoy, Cataluña y el resto de España se encuentran otra vez en una peligrosa encrucijada, con  crisis múltiples, interior y exterior, gobernando  el Partido Popular con mayoría absoluta. La Generalitat y grupos sociales, en estos dos últimos años, con manifestaciones multitudinarias lanzan su desafío al Estado Central defendiendo el derecho a “decidir” y a la independencia.

Pau Gordon, político conservador inglés, manifiesta su inquietud  con estas palabras que recoge el periódico español ABC (2015): “parece que los españoles  vuelven a principios de los años 30…”.

¿Qué ha pasado para llegar a esta situación?  Una vez más, el virus nacionalista se impone sobre el moderado sentido catalanista y vuelve de nuevo a buscar pretexto en el pasado, motivo de estas líneas: El “cuaderno de queja” con el complejo  victimista a partir de la abolición de los fueros catalanes por el Decreto de Nueva Planta, tras la victoria de Felipe V de Borbón en la Guerra de Sucesión española (1700) y de ahí la confusión de endosar su queja contra Castilla confundiéndola con el nombre de España.

No vamos a recordar episodios anteriores al Siglo de las Luces, basta decir que Cataluña se acopla a la dinastía borbónica de la Ilustración, en especial con Carlos III, antiguo rey de Nápoles y participa en adelante en convivencia con el resto de España hasta el punto de que dos figuras catalanas serán presidentes de la I República en el s. XIX. En este siglo, en su período romántico, se produce un sentimiento de nacionalidades en Europa que llega a Cataluña, abrigado por el natural sentimiento del terruño y espíritu tradicional de ciertas parroquias.  

De forma que como dice el catedrático de Historia, Moreno Luzón, los nacionalistas de matriz romántica apostaron por una identidad anclada en la historia y en la lengua, cuyos símbolos son la senyera, basada en el escudo histórico  y el himno Els Segadors (canción de la guerra de 1640), así como la Diada del 11 de septiembre, en memoria de los adalides de los fueros derrotados en 1714. Constata también que el catalanismo, pese a todo, no se ha moldeado en una sola identidad que pueda traducirse en un nacionalismo puro y duro.

Historiadores diversos, tanto de Cataluña como del resto de España, toman posiciones con respecto a la difusión y plasmación de este nacionalismo que se convierte en identitario y casi excluyente. Acusan a historiadores locales que nacionalizan el pasado, cosa que ocurre en otras latitudes peninsulares en nuestro s. XX. Santos Juliá afirma que eso es traicionar el oficio de historiador, de ahí que hace un homenaje a Jaume Vicent Vives por su honestidad intelectual cuando éste habla de los historiadores que fabulan y contradicen la verdad de los hechos, que debe defender la Historia.

Para los políticos de izquierda y de derecha, tanto del Estado como de la Generalitat, tuvieron en cuenta este virus del nacionalismo doméstico tanto de un lado como de otro y eran conscientes de que el peligro que se corría era recaer en un futuro de desafío separatista. Esto, a nivel de calle, lo manifestaba un sondeo del CIS que recoge la prensa española, como el diario Ideal de Granada, el 8 de noviembre de 2013, que revelaba que los nacionalismos eran una de las preocupaciones de los españoles.

No obstante, basta echar una ojeada a la realidad geográfico-política de Europa y del mundo para comprender que no es un problema solo de los españoles, esto es, “en todas partes se cuecen habas”, pero es un problema humano profundo como recoge Michel Ignatieff, politólogo de Harvard, cuando afirma  que “el peor pecado en política es la secesión en tiempos de paz”, porque obliga a la gente a tomar decisiones en materia de identidad y enfrenta a las familias, a los amigos, a los vecinos y esto puede llevar a la violencia (El Mundo 27 – 9- 2015).

Es grave para España porque la cuestión catalana subyace desgraciadamente en el imaginario colectivo, al constatar que el catalanismo desembocando en la secesión ha sido fuente de grandes males.

Con la Transición, bajo la monarquía de Juan Carlos I de Borbón, Cataluña se integra en la unidad de España con su propia peculiaridad, primero con el republicano Josep Tarradellas, venido del exilio, y posteriormente con Jordi Pujol. En la época que vivimos todo parece haber cambiado y en la próxima entrada tendremos ocasión de explicitarlo.

Jordi Pujol se fijó un objetivo preciso “hacer país”, y en veinte años de mandato fue lográndolo, reforzando elementos identitarios, diferenciándolos con el resto de los españoles, utilizando método, táctica, y programas de acción, “politizando la lengua con una política lingüística”  que produce encono en  parte de la población de  origen  castellano, “adoctrinamiento” en centros de enseñanza, “utilización partidista  de los medios de comunicación”, “utilización  de los deportes” (Club y Nou Camp)  activando enfrentamiento, “inventar tradiciones para contraponerlas a las costumbres  españolas”, etc.  En otra entrada seremos más explícitos para entender “ese choque de trenes” que parece que iba a producirse entre su sucesor Artur Mas, presidente de la Generalitat, y el gobierno central, presidido por el gobierno de Mariano Rajoy, del Partido Popular.

La minoría dirigente del país y de Europa buscan una salida que evite el conflicto, de ahí que una de las aportaciones que puede resumir este espíritu de conciliación viene de un catalán politólogo de buen seny llamado Francesc de Carreras que escribe la necesidad de que surja un nuevo catalanismo (El País el 9 de septiembre de 2015) diciendo: “hay que aprovechar el bilingüismo natural que se respira en la sociedad e intervenir en la política española para aumentar la prosperidad general y defender una Cataluña solidaria”. Estas palabras nos suenan a políticos de altura, nuevos retoños, muchos nacidos en Cataluña, que aspiran a mantener el espíritu de consenso de la pacífica Transición española de 1978, haciendo reformas de fondo y hacer posible la aspiración de la inmensa mayoría de la población catalana y española.


lunes, 11 de enero de 2016

B. Del difícil "acomodo" político y sentimental (continuación)

En cinco años, 2011 a 2015, en la etapa de gobierno del Partido Popular con mayoría absoluta,  el panorama político catalán ha dado un vuelco impresionante.  El jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, se ve forzado a aparcar su programa electoral  ante la  gran crisis económica y financiera  que  arrastraba España a punto de rescate  y hundimiento de su economía,  al  par que  otros graves problemas se concitaban  contra  el país,  del que no era menor  “el  tema catalán”.

Una crisis profunda  de  “indignación social” viene  gestándose  desde  tiempo atrás en todo el país, pero  se agrava ante  la impuesta austeridad y recortes necesarios  para hacer frente a la Deuda Pública, exigencia de la Unión Europea, Fondo Monetario Internacional, etc., que  provocan  movilizaciones callejeras,  el encono de la oposición y grupos  sociales, lo cual sumado  al  paulatino empobrecimiento del país, con  el paro galopante  de casi cinco millones  de ciudadanos, hace la situación explosiva, y  más todavía  por la  gangrena  de  corrupción  que afecta  a  instituciones  y organismos del Estado,  partidos  constitucionales  y   sectores de la pirámide  de población. El  electorado  siente  inicial decepción al ver el incumplimiento  del programa  electoral del Partido de gobierno tras obtener mayoría absoluta.  Y por si fuera poco  le  inquieta  las amenazas  a  la  paz  interna del país, por causa de los particularismos enquistados, en especial  por el grave desafecto  del nacionalismo  periférico más radical  en Cataluña,  que va a arrastrar a la Generalitat a una crisis con el Estado central ,  de graves o gravísimas consecuencias. Sumemos a ello  la inquietante situación  internacional  que afecta a la seguridad  del entorno  europeo y mundial.

Todo ello llama  la atención   del mundo  pues  España  tras la Transición  en el posfranquismo  fue  un país admirado  por su ejemplar Transición Política y  ahora se pregunta  qué pasa en España y cuál es su marca real  en estos momentos  inquietantes.

Centrándonos en el tema de Cataluña:

Este quinquenio político , 2011 -2015, es una etapa  con una Corona en trance  de sucesión apresurada  de  Juan Carlos I  a  Felipe VI, su heredero,  que pese  a  problemas  actuales  ya referidos, de debilidades  y  errores, ha dado un periodo de cuarenta años  de paz y progreso a la ciudadanía  catalana y española,  objetivo querido y votado  así en la esperanzada Constitución de 1978.

Es a través  de  esa  paz real  que Cataluña  con las demás  hermanas españolas ha encontrado   su  desarrollo  y grandeza. Solo el virus  mórbido, ajeno  al sano  seny  catalán que  se adjudica al pueblo catalán,  puede  poner en peligro  la  unión fraternal  consigo mismo y con el resto de España.  Cataluña con Castilla y sus hermanas peninsulares  será  más  “potencia”,  más nación de facto, sin tener que  ser de grado o por fuerza  un  Estado  o una  Nación independiente;  España,  sin Cataluña,  estaría amputada , pero  no  haría la felicidad de Cataluña, porque  sería  un hiriente muñón  permanente en su costado.

¿Qué ha pasado  en estos últimos años para escuchar a media Cataluña  exponer el delirio  de  sus ensoñaciones  independentistas, creadas por el  imaginario  nacionalismo  excluyente  e insolidario? ¿Cómo  la Generalitat , representante  también y especialmente  del Estado  central  al que también representa  por Ley,  coadyuva a un delito  de  separatismo y  proyecto independentista?

Podemos  seguir, hasta perdernos,  el continuo  proceso  de  errores y contradicciones  en el periodo reciente:  Tras episodios o  rifirrafes  sobre  el  Estatuto catalán,  y  mediación de Tribunal Constitucional,  y  siempre  en  la  mano    el “cuaderno  de quejas” de un lado y  “recelos” en la mente del  otro.

La buena  entente  en el pasado, de Adolfo  Suárez y Josep Tarradellas,  inicialmente, (Estado y Generalitat),  en los finales años 70, se  va difuminando  ante  la  acción  recelosa de Jordi  Pujol.  El Consenso, de los partidos  nacionales  se va a ir  diluyendo   en  Disenso , a veces, cerril,  entre  el  partido de Gobierno y  el Partido de la Oposición,  y de  éstos  con los gobiernos  nacionalistas, en su caso. ¿Por qué? ¿Por qué  caer en los grandes  errores  del  liberalismo decimonónico,  pese a la buena  fe  de los  constituyentes de  1812, de las Cortes de Cádiz y de las Cortes  constituyentes de 1977-1978, en Madrid,  que fragua  la paz real y definitiva, con el famoso Consenso, Amnistía y Carta Magna,  tras  la  Guerra civil y  el largo franquismo?

Fechas  claves   entre Generalitat y Estado central  principalmente en el siglo XXI: en etapa  de  tripartito (ERC, Izquierda Republicana, con Carod Rovira,  con PSC-PSOE: Presidente Pascual Maragall y posteriormente Pte. José  Montilla,  (desplazamiento de Convergencia y Unión de la Generalitat).  Tema sobre el Estatuto de Autonomía  (2006) y  tardía sentencia correctora del Tribunal  Constitucional a favor   del  recurso del PP (2010). 


1 de febrero 2012: Artur  Más (CIU), nuevo Presidente  de  la Generalitat, visita cortésmente al  Presidente  Rajoy, en la Moncloa;   la  celebración de la Diada, 11  de septiembre  fue multitudinaria  y  con  reclamo estridente: “Catalunya  nou  Estat  d´Europa”, el sueño de nuevo estado europeo;  días después,  solicita con exigencia a Rajoy  un pacto fiscal y  desvela alguna amenaza ante las dificultades que  presenta  el  Jefe del Gobierno, dejando entrever su defensa  sobre    el “derecho a decidir” de  los  catalanes. El presidente  de la Generalitat  “se echa al monte” – opinión generalizada -  y busca el apoyo del Parlamento para una declaración soberanista.  El  desencuentro con el gobierno  del  Estado es notorio  y  mostrará  sus poderes  en la Diada de Septiembre con una cadena humana de kilómetros y  algunas centenas de miles  de manifestantes pro -  soberanistas. Y  todo  este  clima febril  y de  ordenada contención  es  culminado  con concierto musical  de multitudes,  por la  Libertad en el estadio Nou Camp.

La Generalitat sueña ya  con seguir los pasos  secesionistas de Kosovo, (nuevo Estado liliputiense producto  de la  antigua Yugoslavia), el Quebec de Canadá,  y otras  zonas  europeas, viviendo   con la esperanza del referéndum  de Escocia,  en el Reino Unido, que  no llega a prosperar y arrastra  la dimisión  del  presidente escocés. A pesar de lo cual  la Generalitat  pretende hacer una consulta  semejante  a los  ciudadanos catalanes sin acatar  la prohibición  del Tribunal Constitucional  de España  y otras Instituciones Jurídicas del Estado   que  avalan  la negativa  del Consejo de Ministros, por ser contrario  a la Constitución  en la que no cabe  un supuesto  “derecho a decidir”.

Siguen días y meses  de  apasionado  activismo  de grupos sociales  que  la Generalitat  asume  como muestra de apoyo popular, que van por delante por decirlo con ironía.  Así llegamos  al famoso reto  de la consulta  del 9 de Noviembre de 2014, recurrida por las instancias jurídicas del Estado, y la negativa del Tribunal Constitucional.

viernes, 8 de enero de 2016

A. Cataluña y el Estado español: Historia de un "acomodo" difícil

Sería una “obra maestra”  para quien supiera tener los mimbres  para  explicar con solvencia  el  porqué de ese difícil   acomodo.  Y  si pudiera darnos  soluciones  sería un verdadero “padre de ambas patrias” (¿Es mucho soñar”? España y  Cataluña, fecundadas históricamente y fecundas en paralelo).


En la iniciada Edad Moderna  partimos  con la realidad política de la Castilla de  Isabel  I  y del reino  de Aragón del futuro Fernando II, el Católico, en el que se engloba Cataluña, bases ambos  del futuro  Estado moderno  en la Europa de su tiempo. Castilla y Aragón con Cataluña   fueron las dos principales bisagras, con  lenguas, culturas  y artes  salidas de la latinidad, que se proyectaron en acciones  diferentes o compartidas. La  dirección de Castilla en el descubrimiento de  América y  su expansión  oceánica  le proporcionó especial primacía  en el conjunto  peninsular.

Ése o esos “alguien” nos recordaría(n)  el difícil acomodo  en el siglo  XVII,  en tiempos de Felipe IV  de la Casa de Austria,  o  la  desdichada  guerra de Sucesión  a la corona de España,  tras la muerte, en 1700, de su hijo  Carlos II el Hechizado,  sin tener heredero, que abre el siglo XVIII en una guerra civil  entre españoles , castellanos y catalanes, entremezclados  - en guerra de carácter internacional -  franceses y austriacos -  , a favor de los derechos  de la Casa de Borbón (Francia, de Luis XIV) o a la del archiduque  Carlos (Casa de Austria), respectivamente. Ya se sabe las  consecuencias  de la victoria de Felipe d´Anjou, nieto de Luis XIV de Francia , denominado  Felipe V,  que impuso  el decreto de Nueva Planta  eliminando los fueros catalanes.  De  esa  coyuntura bélica  hay verdades históricas y leyendas, construidas a posteriori, que siguen en el imaginario de la alteridad catalana hasta nuestros  días.

En el siglo XIX  los ciudadanos catalanes  participan con normalidad en el  destino común de España: dos catalanes, Estanislao Figueras y a continuación  Pi y Margal  presidieron la primera República española. También Juan Prim y Prats,  general victorioso  en Castillejos (guerra de Marruecos), en ese ciclo histórico,  fue Jefe de Gobierno de España, pero  monárquico defensor  del Príncipe  Amadeo , de la Casa de Saboya, al que no pudo ver ni apoyar  en su  efímero trono de España.  El  general Prim, conde de Reus, marqués de  Castillejos, abrirá  la lista  de gobernantes asesinados por el anarquismo, plaga  que dejará su impronta  en el siglo XX. En el siglo XIX, con el romanticismo  y  cierta corriente religiosa  se abrirá un sentimiento difuso de nacionalismo catalán.

En el siglo XX  Enric Prat de la Riba, fue presidente de la comunidad catalana  y  cabeza intelectual  de un nacionalismo  moderado, la Lliga Regionalista. Pese   a sus  estudios en Madrid  y después en Barcelona  se irá mostrando  moderado nacionalista  con gesto narcisista y  victimista sobre  el hecho catalán  en contraposición al  sur peninsular. Francesc  Cambó, Jefe de la Lliga regionalista  consideró exageradas  sus opiniones como exaltación lírica de virtudes del pueblo catalán frente al resto de España.  La Dictadura de Primo de Rivera fue bien acogida por la burguesía catalana al principio,  pero el capitán general, convertido en dictador ”blando”, no logró  atraerse  ese particularismo  regional, de voltaje,  de  mutuo  acomodo del que hablamos, para una acción en común en beneficio de las dos comunidades  bilingües y hermanas.  La divergencia se acentúa, años después,  hasta el punto que  Francesc  Maciá, ex militar español, y Lluis Companys, su sucesor, caído ya Primo  de Rivera  y  la Monarquía  de Alfonso XIII,  sirven a la instalada   II República  española  en  la opción de Izquierda  Republicana catalana.

El catalanismo  en su versión  conservadora , e izquierdista  en segunda instancia,  pone  en peligro  la paz republicana,  declarando “el Estado catalán dentro del Estado español” con amago de  separatismo o secesionismo ;  mal augurio en el futuro, como se vería en 1931 y  en 1934, gobernando  el centro - izquierda con Azaña -PSOE o el centro –derecha con Lerroux- Gil Robles,  en el  marco republicano.


La II  República  fue sorprendida en su buena fe  por esos  gestos  desleales  del catalanismo centrífugo que  concitaron  la  sospecha  del resto  del país. La II República tampoco consiguió  un leal  acomodo  de  Cataluña con el resto de España y viceversa.

Los cinco años  republicanos (1931- 1936) están  objetivamente   estudiados y valorados, bajo  el prisma  de  la  Historia,  para  saber  las  causas  y las consecuencias  de  su fracaso  (uno de sus problemas fue la “cuestión catalana”), consumado con  una rebelión nacionalista de derechas, con nueva dictadura militar y  decenios de franquismo   autoritario, que duraron cuarenta años.  El catalanismo  nacionalista  encontró  motivos,  de nuevo,  para  empezar  a  luchar  por  su identidad  soterrada, cuya acción separatista lo había provocado.

Pero al parecer  encontró su acomodo  tras la muerte de Franco  con la Monarquía  de  Juan Carlos I de Borbón , la Transición política  y  la  Constitución  de  1978, con  consenso y referéndum  en toda España, en las que los catalanes fueron  parte muy activa.  Es la etapa  primera protagonizada por  Adolfo Suárez  y  posteriormente  por  Leopoldo  Calvo Sotelo: 1976- 1982.

Es determinante  la  política de Suárez  y  la vuelta como  Molt Honorable de Josep  Tarradellas, de la Ezquerra  de la II República en el exilio, catalanista  no  independentista, como presidente de la Generalitat recuperada, estando ya  Jordi Pujol en la escena política , dispuesto a  dominar la situación  según sus propios designios. En la España de las regiones, futuras comunidades autonómicas,  Jordi Pujol no tiene prisa  en llevar la autonomía catalana a una futura soberanía,  hacia la independencia. Calvo Sotelo, con una UCD  decadente,  efectúa los primeros pactos  que llevarán a futuros traspasos  de competencia  estatal para la Generalitat catalana: el incipiente  Estado de  las  Autonomías.  Después como es sabido  se extendieron las autonomías sobre la marcha en una Administración territorial novedosa con  “café para todos”.


Con la victoria absoluta del  Gobierno  PSOE, de Felipe González ( 1982 y con apoyo de Pujol hasta 1995), se produce 13 años de  encuentros y desencuentros  “evitados”  (acusación de fiscales Mena y J. Villarejo, por la Banca Catalana: clamor victimista de  Jordi Pujol, presidente de CIU y  de la Generalitat), por una  especie de alianza de conveniencia, ejemplo : Juegos Olímpicos  para Barcelona, Exposición Universal  y Ave para Sevilla. La corrupción  anida en los aledaños  del Sistema. Al final,1995, Pujol deja caer a Felipe González ,  con  pérdida  de  confianza  y  de reacción  tras una época de  aparente esplendor.

Lustros de gobierno de Convergencia y Unión en Cataluña se aprovecharon  para  fortalecer el catalanismo al que justificaban sus ribetes nacionalistas aparentemente moderados  como respuesta al anterior centralismo franquista del Estado español,  producto a su vez de la siempre “cuestión catalana”, problema  también  reproducido y  aparentemente solventado en la II República española.

Llegada la Democracia se asientan las libertades y Cataluña parece encontrar su acomodo.  En 20 años el gobierno de la Generalitat  de Jordi Pujol creó las bases para una soñada nación sin expresiva declaración de intenciones. Poco a poco la Generalitat actúa como un estado dentro del Estado, vigorizando medios sociales en pro de un nacionalismo catalán militante: “amnistía” – “autonomía”- “soberanía”, fueron temas claves para conseguir no un acomodo con el resto de España sino el  modo de conseguir un plus ultra futuro, creando justificado recelo del poder central y de los propios ciudadanos hispano-catalanes dentro de Cataluña, que tendrá su expresión más en el primer tercio del siglo XXI.

A finales de los 90, tras la salida del poder del PSOE, tiene lugar el pacto del  Centro- Derecha de José María Aznar y  Pujol (del Majestic) que necesita  el apoyo parlamentario catalanista: también habrá  encuentros y desencuentros en esa relación del Estado y la Comunidad: 400.000 millones  de pesetas para Cataluña y nuevo sistema de financiación autonómica y con la participación  de  las Comunidades  autonómicas en la Agencia Tributaria. Pese a todo no logró  Pujol la transferencia de la sanidad  ni los aeropuertos.


A todo esto,  el mundo  entrado  en el siglo XXI tiembla  al caer las Torres Gemelas,  por ataques  de suicidas islámicos  con  aviones  occidentales,  técnica occidental  y despiste occidental,  tanto en América, Europa y España, en particular.  Como soluciones,  los pueblos  tienen  su sistema  de salvación: atacar al enemigo (Irak, Afganistán…)  o hacer defensa a ultranza con alianza de civilizaciones.  Estamos en la etapa de  José Luis Rodríguez Zapatero  conocido por haber obtenido en elección interna del Partido la secretaria General del PSOE. Llega al gobierno en la victoria de marzo 2004, en el clima del ataque terrorista de los trenes de Atocha. Fueron tiempos de crispación con el Partido Popular desalojado del Poder.

Rodríguez Zapatero (2004 - 2011) tiene ocurrencias políticas  no siempre  atinadas. Respecto  a su partido   hermano, socialista catalán – el PSC -,   más que contribuir a resolver problemas del  Estado español  le ocupan y preocupan los problemas locales  y de Cataluña, logrando derrotar a CIU efectuando pactos tripartitos  con Esquerra  Republicana (famoso  Carod Rovira)  siendo  el  socialista Maragall el nuevo  Honorable de la Generalitat (Pujol, alejado aparentemente del poder tiene  su desgraciado  proyecto  financiero  que un día se sabría públicamente ante el estupor del mundo).

Zapatero  sin pensarlo dos veces lanza la promesa a   Maragall, de que el Estatuto  que salga del Parlamento catalán sería   bien acogido por su gobierno. Hecho que  traería futuras consecuencias. Pascual Maragall,  perdido  en el torbellino  de la política  de desgaste, deja su tronío a José Montilla.  Éste,  al frente de la Generalitat  se siente impotente  para  llevar la Institución a un acomodo  real con el gobierno  del  Estado central  en manos del PSOE, con un tripartito  que  ceba  a Esquerra Republicana  mientras  que el Partido socialista catalán se  desdibuja  ante  su antiguo electorado  fiel al  PSOE hasta entonces..  El  PSC, autónomo del PSOE   desorientará a sus bases,  como se  demostrará  en  los primeros lustros del siglo XXI por su afinidad con el catalanismo  contagiado de su anterior  coaligado  de Ezquerra;  no pocos militantes  del PSC- PSOE, se sienten más catalanistas que españolistas, que van a participar en la defensa “del derecho a decidir”, marca inicial del independentismo de izquierda  y de derecha.   

A nivel de Estado, tampoco la política  internacional de  Zapatero   logra mantener  la marca España que supo darle su predecesor y correligionario Felipe González, ni tampoco  mantuvo la prudencia  y alto sentido de Estado que reflejó  el  socialista  sevillano en la política nacional, pese  a  controversias contundentes con sus  oponentes  de  la Derecha.  En este esquema elemental podemos ver las claves de la evolución  que supuso el consenso de la Transición y el papel de la Monarquía con la Constitución de 1978 a la entrada del siglo XXI, es decir, desde el fin de la Dictadura a la España constitucional  del  consenso que empieza a ser contestado abiertamente por el independentismo y por los que aspiran a un cambio político y social al margen del sistema constitucional de 1978, bajo la Monarquía restaurada tras la muerte del caudillo dictador, en 1975. En este marco tendrá lugar la victoria de Mariano Rajoy, al frente del Partido Popular, con mayoría absoluta, frente al PSOE de Zapatero, en el año 2011.