sábado, 16 de noviembre de 2013

NOVIEMBRE CREPUSCULAR


“Desde mi atalaya” a la que te acercas hoy, mi apreciado lector bloguista, he visto nacer, con sus dolores de parto, el inmediato verano pasado.  Ocurrían sucesos que  conmocionaban nuestro vivir, como sucesos acaecen  en cualquier momento, antaño, hoy y mañana. Es la confirmación del misterio  de la existencia, y presencia de nuestra raza en la tierra.  La humanidad en su marcha, “leyenda de siglos”, se ha preguntado por el qué, cuándo, cómo y por qué…  Y nosotros caminamos  como “cañas pensantes”, siguiendo al genial Pascal, porque nuestra  grandeza está en el pensar. Conciencia de existir por algo y para algo. Aquí subyace el núcleo sustancial de la educación  y de la cultura. 

Este verano, pues,  ha venido preñado de dolor, y así se manifiesta “desde mi atalaya”, el blog de mi gozo y mi dolor.  Noviembre ya prepara su marcha, dejando las hojas mustias -“feuilles mortes” que cantó Yves Montand- de los árboles, profanadas en el Paseo de los Tristes y  en los senderos del  Camposanto, terruño de los difuntos queridos, donde  están,  en palabras de Paul Valéry, “sus frases familiares, el arte personal, las almas singulares y donde la larva artesanal anida en el lugar donde se formaban los lacrimales”. Momentos inconsolables: “un solo ser te falta y todo  está despoblado”. 

Adiós a un noviembre crepuscular que recoge las muertes por imposición biológica;  por razones de accidentes circunstanciales en tierra o subsuelo, mar o aire; por  violencia cainita, en el marco de la intima proximidad o lejanía. Un noviembre, donde también “abunda el hombre malo… de alma fea, esclavo de los siete pecados capitales”, que decía Antonio Machado. Muertes bajo la naturaleza, paradójicamente, bella y terrible,  pacífica y destructora, dada a razonamientos geofísicos, telúricos, dudosamente metafísicos...  

Dejando el noviembre de románticos incorregibles, nos preparamos a recibir diciembre, con optimismo y esperanza, camino de un año nuevo, acompañando al olmo seco  del genial poeta: “Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida otro milagro de la primavera”.