jueves, 20 de noviembre de 2014

CASTILLA Y CATALUÑA CON LOS AUSTRIAS

Con el reinado de  los Reyes Católicos, siglo XVI, España es uno, sino el primero, de los pocos Estados modernos de Europa. La unión  matrimonial y política de Fernando II de Aragón   e Isabel  I de Castilla, con el logro extraordinario  y  fecundo  del  reinado  en común , “tanto monta…monta tanto”, prepararon  lo que sería  el  futuro imperio español  de los Austrias, cimentado en su nieto Carlos I de España y V de Alemania, hijo de  Juana la Loca, heredera de Castilla y Aragón  y Felipe el Hermoso, Duque de Borgoña, nieto del emperador Maximiliano de Austria.

La serie cinematográfica  de Isabel  en TVE, en este tiempo , año 2013 - 2014,  es una muestra  de  lo importante  que es  difundir  la cultura  histórica de un país que tiende  a olvidar  sus  raíces biográficas.

Viudo  de Isabel de Castilla (+ 1504), Fernando ocupa la regencia del trono que corresponde a la princesa Juana, hija de ambos, y al esposo consorte Felipe, que la reclama y se la  entrega  en 1506. Un año después muere su complicado yerno viéndose obligado a retomar la regencia, dada la situación mental de  Juana, camino de la locura. Como rey de Aragón restablece  la paz en el campo catalán y cuida el problema de los payeses de remensa, al par que promueve el desarrollo de la economía castellana con consulados y gremios.  En esos años de  la segunda  década del siglo, 1509 a 1511, tiene lugar la conquista de Orán, por el cardenal Cisneros, la concesión papal a Aragón y Castilla  del Reino de Nápoles  y la liga contra Francia, firmada por Fernando el Católico, Enrique VIII de Inglaterra y el Papa Julio II.


 Asentado en su dominio paterno, Fernando está en su política de unión con Germana de Foix, reina de Navarra, con la que tiene un hijo muerto prematuramente. Germana ya viuda de Fernando (+1516), tras otros matrimonios con príncipes de estirpe francesa, confirma la anexión de Navarra a Castilla efectuada por las Cortes en Burgos en 1515. A su muerte en 1536  había  renunciado definitivamente a sus derechos en favor del nieto de su esposo Fernando, el futuro Carlos V.

Cuando cristaliza la gran España con Carlos, educado en Flandes, los castellanos se sienten humillados por  la arrogancia y codicia del  séquito flamenco que rodea al joven monarca recién llegado al país, así como su  forma de gobernar de espíritu ajeno al ordenamiento castellano. Esto provocó una popular rebelión de las ciudades castellanas contra el poder imperial conocida como  “Guerra de las Comunidades” (1522-1523). Los líderes comuneros  Juan Bravo, Juan Padilla y Francisco Maldonado, pagaron con sus vidas la lucha por sus fueros y  la dignidad de su causa.
  Carlos I rey, Carlos V emperador, monarca cristianísimo y  absolutista  como todos en su época, no hablaba español pero se  españolizó posteriormente de tal manera  que consiguió ser  el mejor rey  para España y su mejor embajador en Europa. Los castellanos, lanzados al ancho mundo,  perdonaron  la contundencia de la primeriza y polémica etapa imperial. En el siglo XXI, neo-liberal, sin afanes de autonomismo independentista del resto de España, se homenajea  oficialmente en la comunidad Castilla - León  a aquellos muertos de justa causa  que solicitaron morir el primero para no ver cortada en el patíbulo “la mejor cabeza de Castilla”.

A finales de siglo, año 1581, los españoles  catalanes y aragoneses  con motivo  de la traición del influyente secretario de Felipe II, Antonio Pérez del Hierro, envuelto en el asesinato de Escobedo, secretario de Juan de Austria,   sufrieron  una humillación en la persona de Juan de Lanuza, Justicia Mayor de Aragón,  detenido y ejecutado por el poder central al dar hospitalidad y permitir la huida al  traidor personaje, caído en desgracia, alimentador posterior de la leyenda negra  sobre  España y su rey.

Superando recelos y agravios la  Cristiandad, españoles en particular, tomaban conciencia del peligro turco, dada la expansión otomana por el Mediterráneo. El 7 de octubre de 1571 con la bendición papal y apoyo material del Estado pontificio, naves aragonesas- catalanas, castellanas, genovesas y venecianas  al mando de Juan de Austria, hijo ilegítimo del césar Carlos, hermanastro de Felipe II, crearon la Liga Santa. Juntos  derrotaron al amenazante poderío islámico de Selim II en el golfo de Lepanto, en la famosa batalla naval: “la más alta ocasión que vieron los siglos…”, según palabras del famoso testigo, herido y manco del brazo izquierdo, Miguel de Cervantes, el futuro autor del Quijote.

En el siglo XVII, con Felipe IV, reinado glorioso  para las  Artes  y la Cultura española,   el  monarca entregado al  valido y camarilla tuvo  problemas de gobierno. Cataluña estaba en trance de rebeldía.  En aquel  tiempo  la visitaba un  tal  Juan de Austria,  infante real, hijo extra-matrimonial de Felipe IV y una artista teatral (que no pasó a la historia con la grandeza  del anterior Juan de Austria, del siglo XVI, el caudillo de Lepanto). Parece ser  que hubo ambiciones ocultas en las revueltas napolitanas  del siglo XVII, año 1647.

España vive una época triste de honda decadencia, la derrota de los tercios españoles en Rocroi, la paz de Westfalia (1648), que ponía fin a la guerra religiosa de los Treinta años como decorado, esto es  un tablero internacional nuevo, derrota de los Hasburgos, independencia de las Provincias Unidas (Países Bajos, libres de España), Roma deja de ser árbitro de la cristiandad dividida: católicos, luteranos, calvinistas y España dejaba de ser el gran imperio europeo de los dos primeros Austrias cogiendo el relevo como primera potencia la Francia de Richelieu y Mazarino.

El personaje, hijo extramatrimonial de Felipe IV, realmente se llamaba Juan José de Austria. Historiadores de nuestra época, como Bartolomé Bennasar y otros,  le consideran un personaje atractivo, conflictivo y contradictorio. Un amago de traición suya a la Corona de su progenitor parece que  no quedó  demostrado. Pasó a la Historia sin mayor gloria.

Finalmente  llega otra catástrofe  íntima y real: El último del linaje de los Austrias, Carlos II llamado el Hechizado (1661-1700), desgraciado rey, producto de endogamia familiar, “que muestra signo de degeneración y asusta de feo” – según escribe  el embajador francés a su rey Luis XIV: El rey, sexualmente impotente, muere  sin dejar sucesión  a la Corona y a su imperio.  Invocan  derechos sucesorios por razones familiares Felipe d´Anjou, nieto de Luis XIV,  de Francia, y el opositor pretendiente el Archiduque de Austria. El pleito dinástico dará lugar a la llamada Guerra de Sucesión a la corona española de la que hablaremos en próxima entrada.

lunes, 17 de noviembre de 2014

MAL FARIO: EL SENY CATALÁN EN PELIGRO


La deriva nacionalista menos moderada del catalanismo conservador de CIU  la  impulsó últimamente  Artur Más,  (CIU), actual presidente de la Generalitat, sucesor e “hijo político” de Jordi Pujol, su anterior  jefe,  fundador del Partido. No ha sido ajeno a esa situación  el entorno político y familiar  del  ex-Honorable presidente, hoy deshonrado  por propia confesión de parte.  Sin embargo,  es de rigor reconocer que el  presidente de la Generalitat y de CIU, Jordi Pujol sostuvo inicialmente una política de apoyo a la gobernanza de España, alternativamente con centristas, socialistas Y conservadores,  no sin ciertos roces entre el poder central y autonómico.

Otra figura clave de este proceso de último tiempo es Oriol Junqueras,  líder de la izquierda republicana catalana (ERC), que actúa  lejos del realismo y la  lealtad  del  jefe histórico del partido, Joseph Tarradellas, que coadyuvó a recuperar la Generalitat para Catalunya y afianzar la paz y las libertades en la España de la Transición y del Consenso constitucional.

¿Qué piensa el gran testigo mudo, anciano Jordi Pujol -  ahora hundido en profunda  quiebra moral -  de la etapa de esplendor que se abrió en la Generalitat catalana, dentro del Estado español? ¿Agradece todavía el amparo del Rey  de la Constitución de 1978 su oposición a las bayonetas del amenazante 23 de Febrero de 1981?: “¡Tranquilo, Jordi!” le dijo el democrático monarca  cuando  el Honorable de la época preparaba pasar los Pirineos  ante el peligro de golpe de Estado.

Toda su epopeya de “Cataluña liberada” fue conseguida en esa España, maltratada por  catalanes de injustos  prejuicios (“España nos roba”), dentro del marco constitucional de convivencia que juntos conseguimos con catalanes de buen juicio y de buen seny.  No sé si es cierta la sentencia que  se le adjudica al fallido patriarca catalán: “Hoy paciencia o prudencia: mañana independencia”. Si fuera cierto sería por su parte una perfidia y una traición.  

Sus mesnadas autóctonas y de arribo, sorprendidas y engañadas, están ante un gran dilema: ceder al  arrobamiento  por la independencia, al precio que sea, a espaldas de los demás pueblos de España, creyendo a cualquier  doméstico o foráneo, disfrazado de demócrata, o apoyando al “moisés” que le lleve a la tierra prometida.

El otro dilema es  recuperar el famoso seny catalán  de forma que Cataluña,  “catalanista e hispanizante” encuentre de nuevo su acomodo en el conjunto nacional de las Españas. La segregación, la secesión, la fractura nunca es positiva,  ni gratis, ni libre de riesgos presentes y futuros. La Historia si no es maestra de la vida al menos nos  avisa que no es sensato repetir errores  del pasado. El “todo o nada” no  es de demócratas sino de totalitarios. El “sé realista: pide lo imposible”,  es lema de barricadas ácratas o nihilistas del mayo 68; ya se sabe cómo acabó todo.

La figura de nuestro gran  filósofo Ortega y Gasset, gran español, admirador de Cataluña, europeo convencido, honesto diputado republicano, comprometido con la justicia y la verdad  ya nos lo dijo en el Parlamento de la II República HACE SETENTA AÑOS, con en el sabio consejo de vivir y convivir en  libertad y común destino.

La  solución lógica y pragmática, a la corta y a la larga, para Cataluña y el resto de España no es el enfrentamiento sino saber CONLLEVARSE.  Es decir, lograr acuerdos con imaginación,  inteligencia y voluntad, en busca de lo que une y no lo que separa y trabajar juntos  por nuestra verdadera “alianza de civilización”,  ese proyecto sugestivo en común  que nos aconsejaba Ortega.