En distintas “entradas”
de este blog el tema de la relación “ Cataluña
oficial – España oficial” está varias
veces aludido porque es preocupación
compartida por la ciudadanía, convencida
de ser la llave de nuestra convivencia ahora y en el futuro. A estas alturas sabemos que
los catalanes separatistas, al internacionalizar el conflicto doméstico, piensan en Kosovo, o en Timor, o Escocia, o en el Quebec canadiense, o
en ciertas regiones o territorios de la
Unión Europea, en donde hace mella el
nacionalismo.
En esas “entradas”, a las que aludo, hablo del paso
del catalanismo moderado que
se reconoce en el político de la Lliga regionalista, Francesc Cambó, en el primer tercio del siglo XX, o del conservadurismo pujolista, de CIU, en el posfranquismo de los años 70, de moderado catalanismo
pactista. El político exiliado, histórico Josep Tarradellas, de Izquierda Republicana (ERC), mantuvo una pauta reconciliadora y pactista con el
Rey Juan Carlos I y su jefe del Gobierno Adolfo Suárez, de forma que Cataluña recuperaría
la Generalitat siendo reconocido Tarradellas como su presidente Honorable, ante
la expectación y algún recelo de otras fuerzas catalanas
A la muerte del líder
republicano y hombre de Estado, su partido ERC tomó otros derroteros encarnados en sucesivas figuras
como Heriberto Herrera, Carod Rovira y
actualmente Oriol Junqueras. El Estado central y la Generalitat presidida por Jordi Pujol se
entienden y cooperan, pese a encuentros
y desencuentros propios de la política
cotidiana. Pero transcurrido el tiempo y
el desgaste de esa entente inicial , y
con el Gobierno PSOE de José
Luis Rodríguez Zapatero
en Madrid, y Pascual Maragall ( PSC- PSOE) en la Generalitat, se hace cuerpo el tripartito de izquierda PSC - Psoe , con ERC y el antiguo partido unificado y otra izquierda desalojando
a CIU del poder. El Partido Popular de Cataluña ejercerá una
oposición contundente ante la deriva de una Generalitat socialista -republicana, con un CIU cada vez
más alejado del gobierno de Madrid y en un clima de inquietud que provoca el terrorismo
interior y exterior de la primera década del nuevo milenio.
El CIU de Artur Mas decepcionado
y enfrentado al Gobierno de Rajoy por un
demandado pacto fiscal, le lleva a unirse al ERC de Oriol Junqueras y juntos, izquierdistas republicanos y conservadores de
centro- derecha, se alían oficialmente contra
la política del Partido Popular de mayoría absoluta , sumando a otros y otras
figuras de grupos minoritarios que recuerdan
el hiriente separatismo
de los años 30 de la II República
del Pacto de San Sebastián . El lema reivindicativo y justificativo es el principio, voluntarista
y particularista, extendido en esta época de “El derecho a decidir”, como base jurídica elemental. Es un gesto reivindicativo de todo o nada. La Generalitat se siente potente y
“legitimada” para desafiar al Estado central
en guerra polémica y de movilización
ciudadana, pero con guante de seda, sin alardes
demagógicos y con la respetabilidad
de demócratas liberales, europeístas, etc., convencidos
de la táctica pacífica a seguir. Otra mitad de la población catalana asiste como posible “mayoría
silenciosa” a este descalabro de
convivencia política en Cataluña, sin haber dicho todavía su última palabra. Ese
pretendido derecho nacionalista es justo
y razonable si es para defender
el universal principio de autodeterminación en defensa de pueblos
oprimidos. Pero ese no es el caso de España ni de países democráticos
europeos.
Los nacionalismos particularistas se basan en su propio
sentimiento local, en su voluntad e interés egoístamente insolidario, ajenos a la
justicia y al sentimiento que merecen
las otras fratrias del territorio local y de todo el conjunto nacional. De ahí
que volvamos nuestra mirada, finalmente, a los hechos que hemos vivido en los últimos
años de la primera quincena del siglo
XXI, en medio de una crisis global que afecta a España, a Europa y al mundo.
Pero recordemos, antes de proseguir, que durante 20 años
Jordi Pujol forjado como líder del “nacionalismo moderado” fue el verdadero Cap de Cataluña, más allá de ser el Presidente de la Generalitat. En esa época, por ejemplo y
como anécdota digna de retener, vimos surgir la posibilidad de un
proyecto novedoso hispano-catalán
presentado por el abogado
Miquel Roca Junyent, de CIU, nieto de un carlista, y hábil parlamentario
en las Cortes españolas , otro “padre de la Constitución de 1978”, como
posible rector de la política española. Miquel
Roca era la cabeza de un reciente partido Reformista Democrático patrocinado por el conocido abogado Antonio Garrigues Walker,
entre otras prestigiosas personalidades hispano-catalanas. Roca era el aspirante a la jefatura del Gobierno de España
para las elecciones generales del
momento. Pasó a la historia, con fracaso sonado, con el eslogan “Operación Roca” (1984-1986).
Antonio Garrigues
Walker , era miembro de la conocida familia política española de los Garrigues,
amigos del Presidente Kennedy. Su padre
fue Ministro de Justicia en el inicial reinado de Juan Carlos I de Borbón. Ese
proyecto aportaba un substancioso presupuesto electoral. El pueblo español no comprendió dicha operación
-marketing diseñada sin convicción o mal
explicada, pues Roca siendo miembro de
CIU no quiso o no pudo mojarse del todo, sin dejar previamente su total conexión con el mundo
pujolista. La cuestión es que el electorado mantuvo su confianza en Suárez y partidos
nacionales de la Transición, sufriendo la Coalición una debacle electoral pese a sus abundantes medios financieros.
¿Qué hubiera sido de esa experiencia y de España de haber
prosperado ese proyecto político? No pocos de la élite del país la veían como una singular
ocasión histórica de poder incorporar y comprometer a Cataluña en el destino de
España. Pero se planteó mal a los ojos
de la ciudadanía española produciendo evidente desconfianza . A toro pasado la pregunta es, ¿Ese
proyecto era lealmente asumido por Jordi Pujol? ¿Qué piensan los historiadores
al respecto?
Es verdad que Jordi Pujol, durante veinte años de gobierno
en la Generalitat, testigo también del 23 –F de del golpe de Tejero, apoyó al gobierno
del PSOE o del PP, alternativamente, por razones de estabilidad del Gobierno
central, sin mayoría absoluta, si bien logró obtener del Estado contraprestaciones urgidas, que ampliaban sus competencias. Sin embargo,
el Gobierno central no logró comprometer a Cataluña como Comunidad en el
gobierno de España, si bien hubo
propuesta de Madrid tanto por el PSOE de
Felipe González, UCD y Partido Popular de Aznar. Esta es otra nota importante
en la táctica o sentimiento del
estratega Pujol: (“hoy transferencia, mañana independencia”, “hoy amnistía, mañana soberanía”. No más implicaciones).
Cierto también que Jordi Pujol, a principios del siglo XXI, sólidamente
instalada la Generalitat con su poderío de facto, actuó como un jabalí acosado cuando el nuevo Presidente de la Generalitat, el
socialista Maragall, en el primer tripartito,
le recuerda el 3% de
“mordida”, de adjudicaciones de contratos de empresas. Era una acusación
en toda regla cuyas palabras tuvo que tragarse por el revuelo
institucional que se formó. El tiempo
corroboraría que la acusación estaba fundamentada. Pero esa lanzada inesperada era a
sus ojos y ante los suyos, un ataque a
Cataluña. Los estudiantes de Historia
recordarían aquella expresión del absolutista francés, Luis XIV, “El Estado soy yo“.
Cuando llegado el nuevo milenio, en estos últimos años
2014-2015, está por medio el pulso
soberanista contra el Estado y contra la misma España, Jordi Pujol ve cómo se investiga a uno de sus hijos por
fraude a Hacienda, y se pone en guardia : toma la iniciativa de declarar
públicamente haber heredado de su padre una cierta
cantidad de dinero y que “dormitaba” en
Andorra sin haberlo declarado a Hacienda. El periodismo de investigación
y los órganos de Hacienda tienen cada día más información y el Molto Honorable,
con prestigio en entredicho, tiene que declarar ante el Parlamento catalán
y los Tribunales de Justicia. Sigue habiendo en curso un
largo proceso judicial hasta la fecha. Pese a estar el prestigio del ex - Honorable por los suelos el seny que adjudicamos a nuestros compatriotas catalanes
– vellis nolli - no
parece ruborizarse demasiado: Tras el
grito calumnioso de “España nos roba” se quedan mudos ante la joroba inmoral del eximio
catalanista.
Por otra parte, Jordi
Pujol y familia podrán ver poco tiempo
después que su sucesor “ahijado”, Artur Mas, Presidente de la Generalitat, “se tira al monte” alineándose con sus anteriores adversarios políticos republicanos, etc., para intentar pilotar la presión contra el gobierno central y llegar incluso a la independencia de España, hasta formular en grito solemne en propio
Parlamento la posible República catalana. ¿Esa sería la
oculta ilusión de aquel Jordi Pujol, joven y rebelde bendecido cuando
se presentaba como patriota catalán a la muerte de Franco?