viernes, 11 de octubre de 2013

DOLOR Y GLORIA POR DOMINGO SÁNCHEZ-MESA MARTÍN

En esta inauguración de curso 2013 – 2014,   “El Aula de  mayores”, los del Aula Permanente de Formación  abierta”  de la Universidad de Granada, no  gozarán  de la sabiduría de su  querido profesor, Catedrático jubilado de Historia del Arte,  admirado D. Domingo Sánchez Mesa. La Parca le tendió  una emboscada al principio de verano, que pasó inadvertida  para la mayoría de sus amigos, en la  dispersión estival de final de curso. Los más próximos al círculo familiar sabían  de la gravedad  del incidente cerebral que le aquejaba, pero había cierta esperanza.  La esquela necrológica del Domingo, día 6 de Octubre de 2013, cayó como un mazazo en los granadinos más atentos a las noticias cotidianas. 

Domingo Sánchez - Mesa Martín era un granadino de pro. Allá fuimos al tanatorio a despedirle antes de su entierro en Churriana, junto a los restos familiares: su padre fue  el genial escultor de Churriana de la Vega que le bautizó con su nombre. En  el acto eucarístico –Domingo era  cristiano sincero y  sin aspavientos–  en su ataúd no podía oir la voz del  hijo amado, también Domingo,  que testifica  de su padre con  emoción contenida, que me recuerda  al poeta del siglo XV  Jorge Manrique  en su Coplas a la muerte de su  padre. Allí estaba junto a  sus amistades,  la comunidad de creyentes con el Vicario  de la Iglesia  granadina. Todo el conjunto de dos centenares de personas era una verdadera representación oficiosa de pésame de Granada.


En  los corrillos del tanatorio se hablaba de los valores que había poseído y había defendido Domingo: amor a la Familia, a Granada, defensa de la Justicia, de la solidaridad humana, la defensa del Arte y el patrimonio, su amor a la Universidad, “alma mater” de Granada… Su compromiso  le llevaba a veces a sufrir por su coherencia. Ese día, nuestro recuerdo estaba también en los fallecidos compañeros en este necrológico verano y  en tantos que han deambulado en su valle de lágrimas…

Conocí a Domingo en 1958, en mi primer curso de comunes,  cuando él finalizaba la licenciatura de Filosofía y Letras.  Participamos juntos en aquel inolvidable viaje a la Alemania de Adenauer, con colegas  de otras facultades, singularmente con D. Miguel Guirao, ex decano de la Facultad de Medicina,  espolón de proa de la  expedición viajera. Tuvimos especial relación en  la vida estudiantil granadina de los años 60, amistad personal sin fisuras… y finalmente estando yo jubilado como catedrático de Instituto asistía a sus magníficas clases  en la  Universidad de mayores, que era  un delicado  placer para todos nosotros. Se entiende muy bien  nuestra copla popular: “algo se pierde en el alma cuando un amigo se va…”

Otra circunstancia casual y de feliz paradoja es una entrevista que publica la revista adjunta al periódico Ideal y Mundo (XL Semanal 1354, domingo 6 de Octubre) de Antonio López, el gran pintor español, muy querido en esta ciudad, en este comunidad andaluza y especialmente en Churriana de la Vega, de la que es hijo adoptivo. Domingo y Antonio  están  unidos por estos lazos pero sobre todo porque los dos  aman a Velázquez más allá de la vida y de la muerte. Antonio López nos guía por el museo del Prado para su próxima exposición “Velázquez y la familia de Felipe IV”. Pienso que con Domingo habríamos  ido  a verle  y ambos “inter pares” para  meditar antes la obra del genial pintor del siglo XVII y de forma especial  ante  su impresionante Jesús crucificado. Ese viaje previsto cita entre Antonio, Domingo y Velázquez no podrá tener lugar. Que Antonio López concluya su opinión de experto pintor seguro que Domingo corroboraría y añadiría  quizá  alguna nota extra como crítico de arte  y amigo  de Jesús:  “Este es un Cristo limpio de sangre…y está mirándonos y escuchándonos. No está muerto. Un muerto  flexiona las rodillas. Ese hombre está con la cabeza baja y sabe que estamos aquí”.