En esta inauguración de curso 2013 – 2014, “El
Aula de mayores”, los del Aula Permanente de Formación abierta” de
la Universidad de Granada, no gozarán de la sabiduría de
su querido profesor, Catedrático jubilado de Historia del Arte, admirado
D. Domingo Sánchez Mesa. La Parca le tendió una emboscada al
principio de verano, que pasó inadvertida para la mayoría de sus
amigos, en la dispersión estival de final de curso. Los más próximos
al círculo familiar sabían de la gravedad del incidente
cerebral que le aquejaba, pero había cierta esperanza. La esquela
necrológica del Domingo, día 6 de Octubre de 2013, cayó como un mazazo en los
granadinos más atentos a las noticias cotidianas.
Domingo Sánchez - Mesa Martín era un granadino de pro. Allá
fuimos al tanatorio a despedirle antes de su entierro en Churriana, junto a los
restos familiares: su padre fue el genial escultor de Churriana de
la Vega que le bautizó con su nombre. En el acto eucarístico
–Domingo era cristiano sincero y sin aspavientos– en
su ataúd no podía oir la voz del hijo amado, también Domingo, que
testifica de su padre con emoción contenida, que me
recuerda al poeta del siglo XV Jorge Manrique en
su Coplas a la muerte de su padre. Allí estaba junto a sus
amistades, la comunidad de creyentes con el Vicario de la
Iglesia granadina. Todo el conjunto de dos centenares de personas
era una verdadera representación oficiosa de pésame de Granada.
En los corrillos del tanatorio se hablaba de los
valores que había poseído y había defendido Domingo: amor a la Familia, a
Granada, defensa de la Justicia, de la solidaridad humana, la defensa del Arte
y el patrimonio, su amor a la Universidad, “alma mater” de Granada… Su
compromiso le llevaba a veces a sufrir por su coherencia. Ese día,
nuestro recuerdo estaba también en los fallecidos compañeros en este
necrológico verano y en tantos que han deambulado en su valle de
lágrimas…
Conocí a Domingo en 1958, en mi primer curso de
comunes, cuando él finalizaba la licenciatura de Filosofía y
Letras. Participamos juntos en aquel inolvidable viaje a la Alemania
de Adenauer, con colegas de otras facultades, singularmente con D.
Miguel Guirao, ex decano de la Facultad de Medicina, espolón de proa
de la expedición viajera. Tuvimos especial relación en la
vida estudiantil granadina de los años 60, amistad personal sin fisuras… y
finalmente estando yo jubilado como catedrático de Instituto asistía a sus
magníficas clases en la Universidad de mayores, que era un
delicado placer para todos nosotros. Se entiende muy bien nuestra
copla popular: “algo se pierde en el alma cuando un amigo se va…”
Otra circunstancia casual y de feliz paradoja es una
entrevista que publica la revista adjunta al periódico Ideal y Mundo (XL
Semanal 1354, domingo 6 de Octubre) de Antonio López, el gran pintor español,
muy querido en esta ciudad, en este comunidad andaluza y especialmente en
Churriana de la Vega, de la que es hijo adoptivo. Domingo y Antonio están unidos
por estos lazos pero sobre todo porque los dos aman a Velázquez más
allá de la vida y de la muerte. Antonio López nos guía por el museo del Prado
para su próxima exposición “Velázquez y la familia de Felipe IV”. Pienso que
con Domingo habríamos ido a verle y ambos
“inter pares” para meditar antes la obra del genial pintor del siglo
XVII y de forma especial ante su impresionante Jesús
crucificado. Ese viaje previsto cita entre Antonio, Domingo y Velázquez no
podrá tener lugar. Que Antonio López concluya su opinión de experto pintor
seguro que Domingo corroboraría y añadiría quizá alguna
nota extra como crítico de arte y amigo de Jesús: “Este
es un Cristo limpio de sangre…y está mirándonos y escuchándonos. No está
muerto. Un muerto flexiona las rodillas. Ese hombre está con la
cabeza baja y sabe que estamos aquí”.