viernes, 27 de junio de 2014

¿POR QUÉ ABDICA AHORA EL REY?


 No estaba en la mente del Rey Juan Carlos dejar el trono al cumplir los setenta años, aún  seguía  bien erguido a pesar de sus visitas médicas quirúrgicas; de todas formas su estado físico no estaba del todo presentable.  El principio defendible era “Ha muerto el Rey, ¡Viva el Rey!”, pero avanzado  el siglo XXI ha ido perdiendo lustre la Monarquía parlamentaria por mal o deficiente funcionamiento de las instituciones democráticas, ¡Quién lo diría!, servidas por una clase dirigente con responsabilidad política, económica, jurídica  y administrativa, que ha creado desconfianza y decepción  en la ciudadanía.



 La razón principal del malestar popular es la percepción de haberse creado una clase política endogámica de partidos políticos cerrados y privilegiados, mayoritarios, que  dueños del poder han sucumbido a la corrupción y codicia que a lo largo del tiempo los han ido corroyendo  impregnándose el país. Esto perjudica a cualquier régimen, especialmente si se titula Monarquía parlamentaria con un Estado social y de derecho. Han gritado mucho los diputados en el Parlamento, nunca encuentran “una verdad” para concordar, el  país se  va disgregando y no se enteraban de lo que le venía encima.

 En segundo lugar, es dañosa la falta de ejemplaridad  personal y social,  con olvido del sentido ético, máxime cuando ha contaminado  al vértice sensible  del Estado que es la Corona, prosperando  comentarios y chismorreos callejeros,  desfavorables a miembros de la familia real y  en los  medios sociales críticos  – en un país libre y de derechos humanos -  en los que se ven aludidas y tocadas  las instituciones a todos los niveles del País. Entre alguna institución que salva el honor, el pueblo salva a  la Reina Sofía  y al presunto príncipe sucesor.


Si eso fue y es así, añadamos la  crisis económica y financiera que ha llevado al país a una situación insoportable que lleva a unos ciudadanos  al suicidio y a muchos a la desesperación, que en otras situaciones históricas eran motivos de revolución. Gracias a la solidez de los núcleos familiares y  a la solidaridad  ciudadana y buen hacer de políticos de canastas “sin manzana podridas”, que alivian  el  ataque de esta “plaga de langostas”, el gobierno popular de mayoría absoluta, metido en la galerna, sueña con sacar al barco del naufragio. Son al menos tres motivos suficiente para dejar paso a una esperanza colectiva que pueda encarrilar su propio hijo Felipe  VI, a quien preparó para ser un digno Rey.

viernes, 20 de junio de 2014

REPÚBICA Y RES PÚBLICA


En estos años de crisis, finales de  primera década del siglo XXI, manifestaciones   y  protestas  sectoriales iban acompañadas  de banderas republicanas, portadas  por los que  quieren hacer confundir el rábano con las hojas.   Semanas atrás, especialmente, coincidiendo con  la voluntaria e inesperada abdicación del Rey Juan Carlos I,  impulsor de la Transición a la Democracia, sobrevenida  no sin grandeza,  tras  una guerra civil y una larga dictadura.  Ello es consecuencia  de los efectos de  crisis de todo tipo  que han zarandeado al país generando  un malestar  popular justificado. ¡Pensemos en   casi seis  millones  de  personas en  paro, y  otras penurias, con testimonio   de intolerable  corrupción  por doquier!


  El desprestigio de gran parte de la clase  dirigente  del país– tildada  de “casta” -  unido a lo  que afectaba  al vértice del Estado  era como  una  representación  visual de la Nación, amenazada por otra parte  tanto en el interior como  por el exterior. Por tanto la indignación de los españoles estaba y está  justificada.


 Un sector de la nación intenta  desprestigiar y querer arrumbar el sistema  político de esta  II Restauración monárquica, personificado en la persona  de Juan Carlos de Borbón que ha realizado una  labor histórica de enorme magnitud.  No  dar opción a  la  renovación  y regeneración  del  sistema  que se inspira en la Constitución consensuada de 1978, que ha dado  a los ciudadanos  cuarenta años  de paz y progreso,  es  no solo un error histórico sino una  actitud demencial de salto al vacío.  Ya  están  a la palestra   vetustos  nostálgicos  y   neo-republicanos  de ocasión para ver  si cae del machito otro abril del 31, por mor de  las crisis.  A ver si  la Tercera es la vencida. Si yo  fuera  ciudadano francés  me atraería ésta opción, o  lo comprendería;  como español  - no  he tenido cuna  monárquica ni republicana -   me ha interesado más   el fondo que la forma. En este  tiempo que  vivo, sin mucho plazo,   me gustaría ver el coraje  de una juventud  que alumbre su disconformidad  haciendo propuestas decisivas en interés del país  sin dejarse llevar  de la ceguera,    de aventuras  sin venturas,  de flautas halagadoras , de imitaciones a lo Penélope, sin atolondramiento a lo Pandora,  sin imitar a locuaces  aprendices de brujo… y de atávicas conspiraciones decimonónicas, reaccionarias. Los  jóvenes suelen  ser  idealistas pero no insensatos.

Los  pocos supervivientes   de 1931-36, y  sus hijos – ahora  abuelos- ,   mantienen  el recuerdo colectivo  de aquella  alegre primavera  de abril 1931 cuando  Alfonso XIII,  el abuelo del Rey Juan Carlos, empujado  por  manifestaciones populares, tras una  elecciones  municipales, dejaba  el trono  al comité revolucionario  del Pacto de San Sebastián,  tal era la debilidad  del régimen  monárquico . Aquella  explosión de alegría y esperanza  de regeneración  del  país, del 14 de abril de 1931,  pronto fallida, que fue la II República,  se disolvió  en un periodo de cinco años terminando en un golpe  militar en  Julio de 1936, la guerra civil  entre españoles y una dictadura de cuarenta años, que    sobrevivió   a una guerra mundial   y a un nuevo orden internacional, y en España  sin  libertades  políticas de régimen  democrático liberal.


Desde 1931 a nuestra  época actual han transcurrido  83 años. Recordemos  por última vez antes de partir. En  1975, muerto Franco,    vino  un proceso  de real  reconciliación entre los   españoles  con  la  Monarquía  de Juan Carlos, que  logra desatarse   de  su inicial  compromiso  franquista  para  ser “el rey  de  todos  los españoles”,  firmando  y apoyando la mejor Constitución  que  los españoles se han dado en la Historia. En esas Cortes  juancarlistas se han sentado  comunistas, falangistas, liberales, socialistas,  nacionalistas, luchadores  de la guerra civil con los  nacidos en la paz,   que han redactado, con consenso,  la Constitución de 1978. El  núcleo  duro del  antiguo  régimen  “el bunker”,  inmovilista, que    ofreció  grandes resistencias  al cambio  de régimen  autoritario acabó con penas y sin gloria.

Con el tiempo  toda la coexistencia o convivencia política española  se  perfilará  de forma más clara en el futuro, y se verá quien ofrece trigo limpio. Sabremos  a continuación si hemos hecho “la paz perpetua”,   o por lo menos “la pipa de la paz” o sólo la paz de  la frágil paloma. ¿No hemos  aprendido  nada de la Historia? Conocerla  con  máxima objetividad es  la posibilidad de que no  nos utilicen para sus avíos los presuntos “oradores” montados  sobre cualquier peana salvadora.




martes, 3 de junio de 2014

EL DERECHO Y EL SENY CATALÁN

El 15 de Octubre de 2008 tuvo lugar en Cataluña un colectivo trabajo de Ilustres Juristas, entre los que se encontraba el abogado granadino D. Manuel Morales, director del despacho Morales-Carvajal.  Gracias a este ilustre conciudadano pude observar el gran interés y valoración que efectuaron sobre “El Estado de Derecho después de 1978” cuyo autor es Ángel Font. 

Son verdaderos testimonios para la Historia Contemporánea. Se ve que los problemas españoles les afectaban e incluso aquellos que surgieron tras el reinado de Felipe V, de no buena memoria para los compatriotas catalanes. Esto sucedía en Cataluña cuando comenzaba la crisis durante la jefatura de gobierno de Rodríguez Zapatero. Figuras muy importantes catalanas que avizoraban el futuro, uno de los puntos hacía mención a lo que es una realidad actual: la abdicación en estos días de su Majestad el Rey Juan Carlos I.

Por el posible interés que ofrece , al culto lector de mi blog, expongo textualmente la frase  (“Abdicación, el método más razonable de                                                                sucesión monárquica”) que sintetiza las siguientes palabras:

“Creo que el reinado de un posible Felipe VI llegará del modo más natural posible. Que don Juan Carlos, en su momento, abdique en su hijo es el mecanismo más razonable y cómodo que debe emplearse. El Rey, en su día, decidió que el poder era del pueblo español; fue generoso, se puso al servicio de la Transición y del futuro de España. Ésta es la gran lección que sin duda heredará el sucesor al Trono.”


DINASTÍA DE BORBÓN EN ESPAÑA

Felipe de Borbón, príncipe de Asturias, llegado el momento  sería presunto  Felipe  VI, rey de España, en  la orden de sucesión de la dinastía. Esta  sucesión hasta muy reciente se  veía lejana,  así que  no se reguló  nada  al respecto durante el  periodo constitucional. Desde ayer el Consejo de ministros y la presidencia de las Cortes están sobre el tema para proceder oficialmente a la proclamación del heredero.

El príncipe Felipe, pronto  rey Felipe VI de Borbón, hijo  de  Juan Carlos I, va a  enlazar con Felipe V,  nieto de Luis XIV de Francia, introductor de  la dinastía borbónica en España,  en los albores del siglo XVIII. La  guerra de  Felipe V y del Archiduque de Austria  por derechos a la  sucesión a la corona de España, tras  la  muerte de Carlos  II, el Hechizado de la Casa de Austria, sin tener heredero,  dividió a los españoles en cruenta guerra civil y europea que se saldó con la victoria  del  francés y  una amputación  para  España.  Cataluña que optó por el Archiduque fue castigada  en sus Fueros por el decreto de Nueva Planta, Andalucía perdió la Roca de Gibraltar, acción consumada por Inglaterra,  aliada del austriaco, hecho que  ratificó  el Tratado de Utrech, que España tuvo que aceptar.


 Después de Felipe V  se sucedieron Luis I, su hijo, pronto fallecido; de nuevo Felipe V seguido de Fernando VI , Carlos III y Carlos IV en el siglo XVIII; Fernando VII, Isabel II,  Alfonso XII,  en el siglo XIX ; y en el siglo XX, Alfonso XIII y Juan Carlos I.


Felipe VI en el siglo XXI, pasado los cuarenta años, el destino le presentará la  ocasión  de dejar  el pabellón  más alto que sus  predecesores y  no bajar el  alto  listón  de su padre  y  superar  el recuerdo también  de los dos  últimos Felipe  de la Casa  de Austria con los que empezó el declinar del imperio español. Su hija Leonor de ocho años pasará ostentar el título de princesa de Asturias como presunta heredera.  


lunes, 2 de junio de 2014

PRIMERIZA NOTICIA: EL REY JUAN CARLOS ABDICA


El  Rey  ratifica a la Nación, el mensaje que dio personalmente en la mañana de hoy al jefe del Gobierno Sr.Rajoy:  la abdicación al trono  en favor de su hijo el Príncipe de Asturias.


Es la noticia  cumbre e inesperada  en este momento, tan  especial  para su persona y para España, ambos íntimamente vinculados  en la historia española desde tres cuartos de siglo.


Volveremos  sobre el tema.